La voluntad de poder


(O’Brien, miembro del Partido interior, es decir, de la esencia del Partido, está intentando “reeducar” a Winston Smith, utilizando la tortura cuando sus respuestas no son las adecuadas)

-Ahora dime, ¿por qué nos aferramos al poder? ¿Cuál es nuestro motivo? ¿Por qué deseamos el poder? Habla -añadió al ver que Winston no le respondía.

(…)

-Nos gobernáis por nuestro propio bien -dijo débilmente Smith-. Creéis que los seres humanos no están capacitados para gobernarse, y en vista de ello…

Estuvo a punto de gritar. Una punzada de dolor se le había clavado en el cuerpo. O’Brien había presionado la palanca y la aguja de la esfera marcaba treinta y cinco.

Eso fue una estupidez, Winston; has dicho una tontería. Deberías de tener un poco más de sensatez.

Volvió a soltar la palanca y prosiguió:

-Ahora te diré la respuesta a mi pregunta. Se trata de esto: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo. Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes o hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se acercaban mucho a nosotros por sus métodos, pero nunca tuvieron el valor de reconocer sus propios motivos. Pretendían, y quizás lo creían sinceramente, que se habían apoderado de los mandos contra su voluntad y para un tiempo limitado y que a la vuelta de la esquina, como quien dice, había un paraíso donde todos los seres humanos serían libres e iguales. Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?

Somos los sacerdotes del poder -dijo-. El poder es Dios. Pero ahora el poder es sólo una palabra en lo que a ti respecta. Y ya es hora de que tengas una idea de lo que el poder significa. Primero debes darte cuenta de que el poder es colectivo. El individuo sólo detenta poder en tanto deja de ser un individuo. Ya conoces la consigna del Partido: “La libertad es la esclavitud”. ¿Se te ha ocurrido pensar que esta frase es reversible? Sí, la esclavitud es la libertad. El ser humano es derrotado siempre que está solo, siempre que es libre. Ha de ser así porque todo ser humano está condenado a morir irremisiblemente y la muerte es el mayor de todos los fracasos; pero si el hombre logra someterse plenamente, si puede escapar de su propia identidad, si es capaz de fundirse con el Partido de modo que él es el Partido, entonces será todopoderoso e inmortal. 

Lo segundo que tienes que darte cuenta es que el poder es poder sobre los seres humanos. Sobre el cuerpo, pero especialmente sobre el espíritu. El poder sobre la materia…, la realidad externa, como tú la llamarías…, carece de importancia. Nuestro control sobre la materia es, desde luego, absoluto (…) El verdadero poder, el poder por el que tenemos que luchar día y noche, no es poder sobre las cosas, sino sobre los hombres. -Después de una pausa, asumió de nuevo su aire de maestro de escuela examinando a un discípulo prometedor-: Vamos a ver, Winston, ¿cómo afirma un hombre su poder sobre otro?

-Winston pensó un poco y respondió:

-Haciéndole sufrir.

-Exactamente. Haciéndole sufrir. No basta con la obediencia. Si no se sufre, ¿cómo vas a estar seguro de que obedece tu voluntad y no la suya propia? El poder radica en infligir dolor y humillación. El poder está en la facultad de hacer pedazos los espíritus y volverlos a construir dándoles nuevas formas elegidas por ti. ¿Empiezas a ver qué clase de mundo estamos creando? Es lo contrario, exactamente lo contrario de esas estúpidas utopías hedonistas que imaginaron los antiguos reformadores. Un mundo de miedo, de ración y de tormento, un mundo de pisotear y ser pisoteado, un mundo que se hará cada día más despiadado. El progreso de nuestro mundo será la consecución de más dolor. Las antiguas civilizaciones sostenían basarse en el amor o en la justicia. La nuestra se funda en el odio. En nuestro mundo no habrá más emociones que el miedo, la rabia, el triunfo y el auto-rebajamiento (…) No habrá risa, excepto la risa triunfal cuando se derrota a un enemigo. No habrá arte, ni literatura, ni ciencia. No habrá ya distinción entre la belleza y la fealdad. Todos los placeres serán destruidos. Pero siempre, no lo olvides, Winston, siempre habrá el afán de poder, la sed de dominio, que aumentará constantemente y se hará cada vez más sutil. Siempre existirá la emoción de la victoria, la sensación de pisotear a un enemigo indefenso. Si quieres hacerte una idea de cómo será el futuro, figúrate una bota aplastando un rostro humano… incesantemente. (…) Cuanto más poderoso sea el Partido, menos tolerante será.

Autor: George ORWELL
Título: 1984
Editorial:  Destino, Barcelona, 2010
pp. 319-325